martes

Derrame

Tenía la cabeza clara, el pelo revuelto y la mirada fija en el asta de la bandera que quedaba frente al cristal; cristal que separaba el horroroso calor de su desquisiada frente. Tráquea cerrada una vez más, esta vez por que su mente estaba en blanco, y tampoco se podía mover.

nisiquiera podía parpadear, tenía los ojos tan abiertos, y por tanto rato, que las lágrimas le salían solas, bañando de la peor manera cada pupila tatuada con espirales de tinta fantasma cada una girando en la infinidad de cada cosa sin moverse de lugar, cual campo de visión eterno.

si alguien la vió de seguro pensó: "que concentrada esta esa tipa"
sin imaginarse ni de re ojo que en una sola cabeza pensaban más de mil consciencias paralelas y a la vez perpendiculares al odio.Tantas opiniones que hablaban entre sí y no se dejaban escuchar.
Y ella sentía las lágrimas bajar pero como te digo, no le importaba sentir nada. Estaba tan llena y tan vacía...
Allí estaba la comida, enmarcada a mitad por los brazos de ella. Un plato caro y esquisito como los placeres que rara la vez ella se podía regalar a sí misma. goteando líquidos, el aderezo plasmolisiando los tomates y la espinaca, matándolos en plena juventud frente al pecho de ella con el collarsito de 1.50 que se puso para ir a trabajar esa tarde.

Goteaba el aderezo, goteaba la grasa, goteaba el frio afuera del vaso, goteaban sus ojos y poco a poco su cerebro.
y nada más.

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